Ulises

Parte I. En su vida había visto nada igual. Aquella ciudad era un sueño. Belleza por todos lados.





Edificios como nunca había imaginado.

Altos, esbeltos, eternos.

De un blanco que resplandecía bajo el Sol de la mañana.



Todos ellos flanqueados por verdes jardines y rectas avenidas.

Algunas parecían perderse en el infinito.



Agua que brotaba gentilmente de fuentes y surtidores. Su murmullo componía una música celestial.
¡Cuánta belleza!



La ciudad, repleta de estatuas y monumentos, de una finura y destreza artística que él nunca había visto. Le miraban serenas desde la distancia.



No era asombro sino maravilla lo que sentía.

Nada comparable a la austera sencillez de su pueblo de orígen.

Nunca había pensado que viviera en la miseria, hasta ese momento.

La paz de la mañana, de la ciudad que todavía dormía. La calma, la tranquilidad.



Intentaba retener esas imágenes. Recuerdos de un presente efímero.

De una realidad que acabaría al poco tiempo.

Deseó parar el tiempo. Cancelarlo todo.

Ahí supo que había cometido un error. Pero ya no había vuelta atrás.



Ulises asió con fuerza el escudo y saltó fuera del caballo de madera. Detrás suyo, sus compañeros de armas.



Troya ardió ese día, y con ella nació su leyenda. Ese día Ulises perdió el alma y la Historia le impuso su condena. Vagar 10 años por el Mar, hasta expiar su culpa.


Parte II
Ulises subió al barco de un salto, como todos los demás. Una última mirada atrás. La guerra. Aquello se había acabado. Delante suyo, el mar, el futuro.


En el barco, de todo... otros hombres, pero también mujeres y niños. En sus caras la tranquilidad de dejar atrás la guerra, también la incertidumbre del viaje y el no saber cuándo llegarían a su destino.


Mirar las olas e imaginarse un futuro mejor. Ilusionarse por ver de nuevo sonreir a sus compañeros de viaje.


Ulises era un hombre acostumbrado al mar. Sabía que lo único que había que hacer era esperar. Entretenerse pescando de día, mirar las estrellas de noche.


Ese era su plan. No había otra opción. Dejar pasar el tiempo.


Convertir el viaje en una tranquila ensoñación.


Pero todo fue mal.


El tiempo empeoró. El cielo azul se volvió plomizo. El mar comenzó a ondularse primero y a encabritarse después.


El agua potable resultó ser menos de la prevista. El capitán se encogió de hombros, esquivando la responsabilidad. Los víveres también se malearon.


Pasaron los días. Un niño fue el primero en enfermar. Palideció y empezó a devolver. La madre lloraba angustiada. Los demás evitaban su mirada.


Dos hombres cayeron enfermos al poco. Los compañeros de Ulises se miraban nerviosos.


La sensación de estar perdidos enmedio del mar.


Ulises miraba al horizonte, erguido en la proa. Buscaba alguna buena noticia que dar a sus compañeros. Sin fortuna.


Al 4º día empezó a entrar agua en la nave. Poca primero, en mayor cantidad después. Se turnaron para achicarla, sin descanso.


El niño y uno de los hombres murieron ese día. Tiraron los cadáveres por la borda, a pesar de los gritos desconsolados de la madre.


La mitad de la embarcación estaba ya enferma. El agua no paraba de entrar. Ulises seguía achicando el agua, pero el cansancio hacía que costase cada vez más.


Se hizo de noche. El mar estaba en calma. Ulises miró las estrellas. La Estrella Polar delante suyo, altiva e inalcanzable.


¿Qué haría cuando llegara? pensaba Ulises. La Estrella Polar seguía allí arriba. El mar estaba en calma.




El Open Arms encontró los restos de la lancha al día siguiente. Maderas sueltas flotando y algún chaleco salvavidas. Cadáveres en el agua.


Ulises y sus compañeros pasaron a ser otro número en la estadística de muertos al intentar cruzar el Mediterráneo. Otro circulito de color rojo.





Circulito que unos ignoran, ya sea desde Bruselas o la comodidad de un despacho.





Circulito que otros intentan evitar, como la gente de Open Arms.





Mantener un barco es caro. El Open Arms es viejo. Hacer una contribución económica es ayudar a que la historia de Ulises no se repita.

+ info aquí: https://www.openarms.es/salvaopenarms/es/