Christian Craighead, alerta en Nairobi

 15 de enero de 2019

Complejo hotelero DusitD2, Nairobi, Kenya

A las 14:30 suena la primera explosión.
Un terrorista suicida de la milicia Al-Shabaab acaba de inmolarse.
4 más asaltan el hotel, con 700 huéspedes dentro.

Pero ese día, no se esperaban una sorpresa...

Esta es una historia muy acelerada, con litros de adrenalina.

Esta es una buena historia, y ya saben que las buenas historias hay que explicarlas desde el principio.

¿Me acompañan?

Parte I: El niño que quería ser soldado

Hay niños que de pequeños quieren futbolistas, y emular a Messi o a Cristiano.

Los hay que quieren ser médicos o mecánicos o músicos... qué se yo.
Christian quería ser soldado, pero de los de verdad.
De los que saltan desde aviones y disparan a los malos.

Eso en España no se entiende, por que el ejército español vendría a ser a la milicia lo que McDonalds a la gastronomía: Un mal sucedáneo.
Pero claro, Christian nació en el seno de una familia militar del Norte de Inglaterra, y allí las cosas se las toman en serio.

Aquí lo pueden ver a los 11 años, mostrando un talento innato en una feria militar.
Por cierto, Christian es un nombre ficticio... ya entenderán el motivo más adelante. 

Parte II: El terror de Al-Shabaab

De todas las milicias islamistas, la de Al-Shabaab es de las más mortíferas. Operativa en el Cuerno de Africa desde 2007, sus atentados cuentan las víctimas por decenas.
Entre sus infames aliados, Al-Qaeda o Boko Haram.

En 2013, el atentado en el centro comercial Westgate acabó con 67 muertos, 200 heridos, y el incendio y posterior derrumbe del edificio.

Los 4 terroristas murieron tras 3 días de combate.
El ataque a la universidad de Garissa de 2015 dejó 147 víctimas y 79 heridos. Los asesinos separaron cuidadosamente a los cristianos de los musulmanes, antes de dispararles.

Demasiada violencia para un país sin medios para combatir la irracionalidad del terrorismo islamista.

Parte III: Primeros instantes del atentado

Volvemos al hotel DusitD2, un hotel para turistas de nivel, con un centro comercial anexo.

El primer terrorista se acaba de inmolar, explosionando en el párking.
Los otros 4 terroristas amenazan a los guardias de seguridad con sus rifles y granadas de mano.

Rápidamente se cuelan en el interior del hotel y toman el control del recinto.

700 huéspedes.
700 rehenes.
La carnicería puede ser de espanto.

Saltan las alarmas.
La policía se desplaza hasta el hotel y toma rápidamente posición en el exterior.

Nadie da la orden de entrar.
Nadie sabe bien bien qué hacer...
Christian Craighead (sí, nuestro Christian) se dice a sí mismo:

-“Fuck it, I am going in” (que le dén, yo entro!)

Parte III: De Christian a Craighead

¿Qué hacía Christian aquel día en Nairobi?

Para entenderlo hay que dar un salto atrás en el tiempo.

¿Cuántos años? Pues no se sabe con exactitud, puesto que su biografía se guarda en secreto por seguridad.
A la que tuvo la edad mínima, Christian Craighead se alistó en el Regimiento Paracaidista británico.
Como demostró habilidad para el oficio, fue seleccionado para su unidad de élite, la patrulla Pathfinder.

Tras unos años, dió el salto al SAS, las fuerzas especiales británicas.
Seguro que os suenan los navy SEALs, los tipos más duros del ejército americano, ¿sí?

Pues lo del SAS es otro nivel. Menos peliculitas y más tela, pero tela de la de verdad.

Os pongo una foto de los primeros SAS, que lo explica perfectamente: Mala leche en vena.
¿Su lema?

Who dares, wins.

O lo que es lo mismo, el primero en entrar, gana.
Pues bien, tras múltiples misiones en Irak y Afganistán, y diversas heridas en combate, Christian tenía una nueva misión.

Una misión fácil. De las que se agradecen tras dos décadas saltando en paracaidas desde 5.000m de altitud y pegando tiros contra los malos.

Una misión casi de vacaciones… 
Formar a la Policía Kenyata en técnicas anti-terroristas.

No os vayáis, que empieza el baile... 

Parte IV: La llamada

Suena el teléfono.

Christian estaba haciendo la siesta.

-“Christian, ven cagando hostias. Hay un atentado en el hotel DusitD2”

No hay tiempo para pensar.
Sólo actuar instintivamente. 
El equipo. Tengo que ponerme el equipo.

Sus movimientos son automáticos.

No es un arte. Es su puto oficio.

Chaleco. Rifle. Pistola. Cuchillos.
Munición. Kilos de munición.
Minutos después llega a la entrada del hotel.

La policía kenyata parapetada en el exterior del recinto.

Caras de miedo entre los policías. Mejor equipados que en otras ocasiones, pero sin experiencia.
Christian sabe que los primeros minutos de un ataque son críticos.

Sabe que los terroristas todavía no se han hecho amos del espacio.

Que la balanza todavía no se ha decantado a favor de nadie.

“Who dares, wins”, se dice mientras se pone el pasamontañas.
Christian pide un mapa.

Asimila rápidamente los datos principales.

Los pasillos. Los recovecos. Las diversas plantas. Los posibles escondites.
-“Fuck it, I am going in” (que le dén, yo entro!)
En este punto los detalles se vuelven borrosos. Lo que se sabe es que Christian Craighead entra sólo en el edificio, el primero.

Explora planta por planta, estancia por estancia.
Las cámaras de televisión le ven entrar y salir repetidas veces del edificio, a veces escoltando a un rehén, otras arrastrando a un herido.

Cada vez, vuelve a entrar.
Se escuchan disparos.

Craighead abate el sólo a dos de los terroristas.

Su rápida intervención consigue arrinconar al resto de terroristas en un ala del edificio, y poner a salvo a centenares de huéspedes.
Su contraataque da tiempo a que las fuerzas especiales kenyatas lleguen al hotel y acaben el trabajo. 
Las televisiones de todo el mundo retransmiten las imágenes del ataque frustrado.

En ellas se ve claramente como alguien vestido con vaqueros y armado hasta los dientes entra y sale del edificio con determinación.


Parte V: El día después

El ataque terrorista queda neutralizado al día siguiente, a las 10h de la mañana.

Mueren 22 personas y los 5 terroristas.
En los días siguientes se detiene y juzga a 5 sospechosos de colaborar con los asesinos.
La vida de Christian se acelera:

Le otorgan la Conspicuous Galantry Cross, la 2ª mayor condecoración militar británica, sólo por detrás de la Cruz Victoria.

Le hacen MBE, Miembro de la orden del Imperio Británico.

Christian “se jubila” de los SAS.
Por casualidades de la vida, su mujer entra a trabajar como fotógrafa de la Casa Blanca.

Al conocer la historia, el Presidente Trump le llama al Despacho Oval para hacerse la foto con el héroe.

En un tuit posterior, Christian reconoce que el momento “se la suda un pelín”.
La película está al caer. Hollywood no desaprovecharía una historia de heroísmo como esta.

Mientras tanto, la editorial Simon & Schuster ya tiene en preparación un libro. 
Pero, ¿sabéis qué?

Que me quedo con un detalle...

Un parche.

Ese parche que lleva en el hombro en el uniforme, con un demonio clavando una lanza en un corazón...

... el mismo parche que llevaba en el chaleco anti-balas cuando entró en el hotel de Nairobi...
Un parche que recuerda una cita del pirata Barbanegra...

Una cita que refleja muy bien la actitud de personas como Christian Craighead...
“Maldita sea mi alma si te doy cuartel” 
Resulta difícil entender la magnitud de lo que hizo Christian Craighead ese día.

Quizás la mejor manera es ver cómo lo explican otros compañeros de armas.

“What a legend!”, dice.

Pues hasta aquí mi hilo de hoy.

Un hilo un poco pasado de vueltas, pero que espero os haya gustado.

Gracias por leerme.