La historia de Pere y Francesca

Gritos y llantos.
Algún disparo remoto.
Confusión.
Martorell está a punto de caer.

“Francesca, t’estimo. Vols venir amb mí?”
“Sí Pere, sí”
“Doncs agafa el que puguis i no miris enrera”

Mediodía, 23 de Enero de 1939.

La aviación franquista bombardea Martorell.
No queda casi población civil.
Quien todavía tiene fuerzas huye rumbo a la frontera.

La ciudad cae al día siguiente.

Pero Pere y Francesca ya no están.
Miles, centenares de miles de refugiados.

Nadie sonríe al cruzar la frontera francesa.

En pocos meses, Catalunya perderá medió millón de habitantes de los 3 previos a la guerra.
Francia desbordada. 2 millones de refugiados.
Ex-combatientes republicanos.
Hambre y caos.
El problema alemán.
Rumores de conspiraciones comunistas.
México DF, año 2007.

Hace años de la muerte del general Francisco Aguilar.
Ex-diplomático en la Francia del Gobierno de Vichy.

Sus hijos vacían de muebles y trastos el piso donde vivía.
En un desván descubren una maleta.

Una maleta repleta de negativos.

4500 negativos fotográficos.

Al trasluz, escenas de guerra, imágenes de caravanas de gente a pié, caminos de polvo y lágrimas.
Campo de internamiento de Argelès-sur-Mer, 1939.

Pere Raurich se duele de la herida en el costado, recuerdo de los combates en el Frente de Aragón.
Francesca Farnòs le cuida intenta conseguir algo de comer.
Francesca y Pere tienen 28 y 18 años, pero la guerra ha triturado su juventud.

Les acompañan 100.000 españoles.
Muchos no tienen esperanza.

Ellos saben que saldrán adelante.
Cueste lo que cueste.
“Si tus fotografías no son suficientemente buenas, es que no te has acercado suficiente”, grita chulo e insolente Robert Capa.

Gerda Taro, su novia, también fotógrafo, le devuelve la sonrisa cómplice de quien lleva meses retratando la guerra civil.
Click.
Primero fueron los combates en el frente.

Click.
Después la huida hacia Francia.

Click.
Ahora, los campos de Argelès.
Una fotografía.

Una realidad.

Una imagen como ideología.

Robert Capa dispara su cámara sin descanso, y cada vez que captura un instante, algo mágico sucede, algo mágico que lo vuelve eterno.
Robert y Gerda recorren el campo de Argelès cámara en mano.

Fotos de hambre y desolación.

Se acerca uno de esos momentos. La eternidad capturada en una imagen.
Arlès, 2011.

Eric Cantona no ha sido un futbolista como los demás.

Leyenda del Manchester United y la selección francesa.

Rebelde. Chulo y peleón. Bocazas también.
Pero curioso por naturaleza. Ansioso por saber.
Hombre de récords:
4 Premier League inglesas.
8 meses de suspensión por darle una patada a un aficionado.

En las concentraciones, los otros jugadores juegan a la Play.

Eric lee. Lee mucho.
Su carrera posterior, del todo atípica.

Actor de cine y teatro.
Activista social y cultural.

Con un interés especial por conocer sus orígenes familiares.
Una obsesión: Sus abuelos maternos catalanes.
Eric lleva del brazo a su madre, ya anciana.

Visitan la exposición “La maleta mexicana. Las fotografías perdidas de Robert Capa”.

Pasean por las salas.

Se acercan a una fotografía.

Eric le pregunta a su madre: “¿Son ellos, verdad?”
Se pone el Sol en Argelès.

Robert Capa se acerca a una pareja.

El tiempo se ralentiza.

Pere y Francesca levantan la mirada hacia aquel fotógrafo moreno.

Se hace el silencio.

Click.

El momento. Eterno.
“Sí Eric, son ellos”.

Una hija se reencuentra con sus padres 72 años después.

Pere y Francesca.

Salieron adelante. 
==== FIN ====