Las células inmortales de Henrietta Lacks

4 de Octubre de 1951
Hospital Johns Hopkins de Baltimore.

Una mujer de color de 31 años exhala su último aliento.

Recuerda bien su nombre: Se llamaba Henrietta Lacks.

68 años después sigue viva y es probable que tú le debas la vida.

Su historia es única, tiene tantas dimensiones que es imposible resumirlas correctamente en un sólo hilo:

Es una grandísima historia personal, pero también de un colectivo, el de los afroamericanos en EEUU. También es parte importante de la historia de la medicina.

Inabarcable 
Empecemos por el principio: Henrietta nació en 1920 en Roanoke, Virginia, en otra de muchas familias de descendientes de esclavos en el Sur profundo.
Perdió a su madre a los 4 años, al dar a luz a su décimo hijo.
A raíz de esto, Henrietta acabó viviendo con sus abuelos, en una cabaña de madera de dos pisos, donde habían vivido varias generaciones anteriores de Lacks, la mayoría esclavos.
Aquello no era un palacio. No os imaginéis una idílica cabañita, no. Estamos hablando de precariedad y ganas de tirar p’alante, una constante en la vida de Henrietta. Aquello era una granja de tabaco y había que currar.
Compartía habitación con alguien que sería muy importante en su vida, su primo David Lacks, 5 años mayor.

Como os podéis imaginar, con el tiempo se hicieron mayores y la habitación cada vez más pequeña... no sé si me seguís... 
En 1935, a los 14 años, tuvo a su primer hijo, Lawrence, y 4 años más tarde a su hija Elsie.

Acabaría casándose con David en 1941. Momentos de felicidad en un camino de espinas: Elsie era discapacitada intelectual; acabó internada y muriendo a los 15 años.
Llegaron tiempos de guerra, y todo el país se volcó en el esfuerzo bélico. Por ese motivo se trasladan a Maryland, donde él entra a trabajar en la Bethlehem Steel, que llegó a dar trabajo a 30.000 familias.
Mucho trabajo y mucho ahorro resultaron en la compra de su propia casa, en uno de los barrios afro-americano más antiguos de EEUU, y en 3 hijos más, David, Deborah y Joseph. 
Es a partir del último embarazo que Henrietta comienza a sentir dolores en el abdómen.

Tras varias visitas al doctor, es derivada al Hospital Johns Hopkins de Baltimore.
Si investigáis un poco veréis que este hospital tiene una historia entre curiosa y tremenda: Hoy es uno de los hospitales más conocidos del mundo, puntero en investigación.
En 1951 era de los pocos que trataban a negros... ¿desinteresadamente?

No.

Tenía reputación de que usaba a los pacientes de color en investigación y ensayos clínicos sin pedir consentimiento.
Tened en cuenta que en aquella época, los estándares deontológicos médicos eran otros, y que la regulación estaba en pañales.

Probablemente la praxis era “hacer primero, disculparse después”. 
Volvemos con Henrietta. En Enero del 51 le diagnostican cáncer de cérvix y empieza el tratamiento.

Es durante este tratamiento que a Henrietta se le extrajeron tejidos sin su consentimiento, tejidos benignos y cancerígenos.
Tejidos que el Dr. George Otto Gey utilizó en sus investigaciones de cultivos celulares. Su gran reto era: ¿Somos capaces de fabricar células que podamos cultivar, y así facilitar la investigación médica y farmacológica?
Hasta entonces todos los esfuerzos habían acabado en fracaso. Las células morían al poco de extraerlas, y no daba tiempo a reproducirlas. 
Aquí es donde opera el milagro (también puedes llamarlo anomalía estadística, si no eres creyente):

Las células extraidas a Henrietta demostraron tener un patrón nunca visto hasta entonces en un laboratorio...
Recordad: Henrietta, descendiente de esclavos, superviviente a tragedias familiares, madre numerosa, ante todo, una superviviente. Pues bien, sus células demostraron ser como ella: Eran resistentes a todo y se multiplicaban con facilidad, extrema facilidad.
El Dr Gey no salía de su asombro. Por fín había encontrado células que se dividían y se multiplicaban cada 24 horas, y que darían orígen a lo que se llama un “cultivo celular inmortal”.
Agosto del 51.

El cáncer ha hecho metástasis. Se ha extendido por todo su cuerpo. Los médicos no pueden hacer nada.

Henrietta fallece el día 8. Bueno, sólo en parte, porque parte de ella sigue viva en el laboratorio del Dr Gey.

Recordad que ni ella ni su familia sabían nada.
En otro giro revelador de la historia, Henrietta es enterrada sin tan siquiera una lápida en el cementerio de Lackstown (Virginia), cementerio en terrenos de la familia Lacks (blanca) donados a los descendientes de sus esclavos (negros)...
Como esta historia va de Henrietta, no voy a detenerme en los logros científicos del Dr Grey, pero que sepáis que esas células, ya bautizadas como el cultivo HeLa en su honor, se multiplicaron exponencialmente y fueron cedidas para todo tipo de investigaciones... 
Investigaciones de todo tipo, desde la vacuna de la polio, hasta investigaciones sobre el cáncer, el Párkinson, la hemofilia o el SIDA.
Se estima que se han producido 50 millones de toneladas de células HeLa, más o menos, el equivalente a 1 millón de Henriettas, y que existen más de 11.000 patentes relacionadas.
La probabilidad de que tú le debes la vida, de una u otra forma, es más que elevada. 
Tan resistentes, y casi invasivas, son las células HeLa, que en la década de los 70 contaminaron otros cultivos celulares.

La comunidad científica tuvo entonces un problema: ¿Cómo distinguir unas células de otras? 
La solución fue sencilla: Tomando muestras de sus hijos para compararlas, pero claro, había un pequeño problema... los Lacks no sabían nada. 
Así es como en 1975 sus descedientes se enteraron de las investigaciones del Dr Gey y las células extraídas a Henrietta. Esto inició una discusión sin precedentes sobre los derechos de los pacientes y su consentimiento en pruebas clínicas. 
Discusión que aún dura: En 2013, una investigación publicó detalles sobre su línea de ADN, lo que llevó a los Lacks a plantear una demanda sobre la privacidad de los datos. No olvidemos que el ADN HeLa es ADN Lacks.
Con el tiempo, su familia, la comunidad científica y el propio gobierno americano han reconocido la importancia de Henrietta Lacks, clave para el desarrollo médico y para salvar o mejorar la vida de millones de personas.
Quizás el mejor homenaje es el que le dedicó su familia, con una sentida lápida que dice... 
In loving memory of a phenomenal woman,
wife and mother who touched the lives of many.
Here lies Henrietta Lacks (HeLa). Her immortal
cells will continue to help mankind forever.
Eternal Love and Admiration, From Your Family
In memoriam.