Capitán Brett Crozier

Parte I

Guam, 3 de Abril de 2020

El Capitán Brett Crozier se dispone a abandonar la nave.

A bajar por última del portaaviones USS Theodore Roosevelt.

Acaba de ser relevado del puesto.

Destituido por cumplir con su deber.
Dos días antes, el Secretario en funciones de la Marina estadounidense, Thomas Modly anunciaba su destitución.
-“El capitán Crozier ha roto la cadena de mando”

-“El capitán Crozier ha demostrado no pensar juiciosamente”

-“Pensando en el mejor interés de sus hombres, el capitán Crozier ha conseguido lo contrario”

-“El capitán Crozier... bla bla bla”

Las reacciones no tardan en llegar...

“Estupidez abyecta” clama Malcolm Nance, ex-oficial de la marina y comentarista sobre temas militares.

“Una vergüenza” sostiene Andy Kim, congresista por New Jersey. 
Se registra una petición en el Congreso de investigar al Secretario de la Marina, una designación directa de Donald Trump.
Incluso Joe Biden, el candidato presidencial demócrata, declara “Han matado al mensajero, por ser fiel a la seguridad nacional y a sus marinos”.

“Si alguien ha demostrado mal juicio es la Administración Trump”

Parte II: 27 de marzo de 2020



La situación es ya insostenible.

Hace ya días del primer enfermo.

Al poco fueron ya varias decenas.
El rumor se expande rápidamente por el portaaviones USS Theodore Roosevelt.

Los enfermos han dado positivo por Coronavirus. 
Este buque no es cualquier cosa: Es uno de los 4 de clase Nimitz, impulsados por energía atómica.

Sus 332 metros y 100mil toneladas de peso albergan una tripulación de más de 4000 marinos. 
Brett Crozier es su capitán. Tiene el mando desde hace un par de años. tampoco es cualquier capitán. A sus 50 años es uno de los miembros más prometedores de la Marina.
Han pasado varios días.

Las llamadas de socorro del capitán Crozier no han recibido respuesta.

Mientras tanto, la cifra de infectados supera ya el centenar. 
Resulta imposible garantizar la seguridad de sus hombres.

Imposible respetar la distancia de seguridad en un buque.

Imposible impedir la expansión del virus. 
Si no recibe ayuda urgente, el capitán Crozier sabe que aquello será una catástrofe... que el portaaviones se convertirá en un cementerio flotante.

Lo ha intentado ya todo.

Entonces toma una decisión, una decisión que cambiará su vida.
A pesar de todos los mecanismos de seguridad y criptografía disponibles, decide enviar un eMail sin proteger a su superior jerárquico, con copia a más de 20 personas. 
Después, filtra el texto al San Francisco Chronicle.

Esa nota dice:

“No estamos en tiempos de guerra. No hace falta que mueran mis hombres”
Horas más tarde, a alguien en la Casa Blanca se le atraganta el café y agarra rápido el teléfono:

-“Thomas, this is not good. Total disaster. Don’t like it. Deal with it” 


Parte III

En el momento en que el Capitán Crozier se dispone a abandonar la nave, toda su tripulación estalla en un único cántico.

Centenares de voces corean agradecidas su nombre:

“Crozier, Crozier”

Horas después de haberse filtrado su correo, las cosas empiezan de repente a moverse:

Se desembarca a los 1.000 primeros marinos, que son trasladados a instalaciones sanitarias y puestos en cuarentena.

El resto no tardará en ser evacuado. 
Mientras tanto, Donald Trump designa a su yerno responsable de la lucha contra el Covid-19.

Otra decisión polémica, de una presidencia incapaz de tomar las riendas de la situación.

El país empieza a ponerse nervioso y a preguntarse qué clase de lunático ocupa la Casa Blanca.
Desde la distancia, Brett Crozier sonríe.

Se toma unos días de descanso, sabiendo que la ha liado parda, pero que ha hecho lo correcto.
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