El viento del desierto.
La arena que se te clava en la piel.
Y ese Sol.
Seco. Abrasador.
El anciano no podía más. Quería volver a casa.
Y ese Sol.
Seco. Abrasador.
El anciano no podía más. Quería volver a casa.

Esa maldita tierra extranjera.
Esas gentes extrañas.
Esas costumbres extrañas.
Todo tan diferente.
Difícil. Diferente.
Esas gentes extrañas.
Esas costumbres extrañas.
Todo tan diferente.
Difícil. Diferente.

Hasta el tiempo corría distinto.
Las horas pasaban más lento. Eternas. Interminables.
Como una pesada condena.
El ritmo del desierto.
Las horas pasaban más lento. Eternas. Interminables.
Como una pesada condena.
El ritmo del desierto.

Hacía demasiado tiempo.
Que había dejado atrás su hogar.
Ya casi no recordaba cuánto.
El anciano quería volver.
Regresar.
Antes del final.
De su final.
Que había dejado atrás su hogar.
Ya casi no recordaba cuánto.
El anciano quería volver.
Regresar.
Antes del final.
De su final.
Volver a ver el mar, como los 10.000 de Jenofonte.
Al anciano se le escapó una lágrima. Salada como el mar.
Su mar.
Al anciano se le escapó una lágrima. Salada como el mar.
Su mar.

Abrir la puerta de casa y ver a los suyos.
Anunciar a voz en grito: "He vuelto".
Abrazarlos uno a uno. Llenarlos a besos.
Anunciar a voz en grito: "He vuelto".
Abrazarlos uno a uno. Llenarlos a besos.
Pero no.
Todavía no.
El anciano no podía volver.
Todavía no.
Todavía no.
El anciano no podía volver.
Todavía no.
Pedir perdón no había sido suficiente.
Disculparse. La redención.
No bastaba.
Expiar sus pecados hasta el final de sus días.
En el desierto.
Disculparse. La redención.
No bastaba.
Expiar sus pecados hasta el final de sus días.
En el desierto.

Tendría que seguir aguantando aquel Sol.
Aquel viento endiablado del desierto, que te clavaba los granos de arena, como agujas en la piel.
El anciano...
Aquel viento endiablado del desierto, que te clavaba los granos de arena, como agujas en la piel.
El anciano...

Así que Juan Carlos I se pidió otra copa de Dom Pérignon, mientras leía en el periódico acerca de los problemas fiscales de Corinna.
-"Qué buena estaba la jodía!".
Su amigo el jeque estalló en carcajadas.
-"Qué buena estaba la jodía!".
Su amigo el jeque estalló en carcajadas.

Gracias por leerme.