Phlilippa y el Rey

 Deja que te presente a Philippa Langley.

La gente cuando se aburre, se busca una afición.
Hace ejercicio, cose, canta, va a museos, lee, pinta… cualquier cosa para evitar aburrirse.

Philippa, no.

Pero no nos avancemos. Deja que te explique esta historia desde el principio…Image
CAPITULO I: Brocheta real.

Estamos en 1485. 22 de Agosto, para ser exactos.
Inglaterra lleva medio siglo desangrándose en una cruenta Guerra Civil.

La Guerra de las Rosas, según los historiadores.
Dos familias nobles, los York y los Lancaster, enfrentados por el trono.Image
Miles de muertos. El país dividido.

Reyes que duran poco tiempo. Hasta que son depuestos por el candidato rival.

Nobles que se alían entre ellos, formando pactos, que al poco traicionan y cambian de bando.Image
Esa mañana, el rey Ricardo III, de la casa de York, se enfrenta a otro rival, que también aspira al trono. De momento no os diré su nombre, que así entenderéis mejor la historia.

Conformáos con que de momento lo llame, “el Otro”.Image
Como toda batalla medieval, es una batalla sucia y sangrienta, con más lodo que valentía, con más gritos de dolor que arengas valientes.Image
Es una batalla igualada. No está claro quién gana y quién pierde.

Si los realistas o los de “el Otro”.

Hasta que pasa una cosa, que decanta la balanza…Image
El rey cae del caballo. Aunque sus soldados intentan rescatarlo, todo está perdido.

Ricardo III es rápidamente ensartado por un buen número de lanzas, y muere ahí, en el lodo de la pradera de Bosworth.Image
Como si un árbitro hubiera pitado el final del partido, unos y otros bajan el escudo, guardan la espada, y “¡come on, mate!!”, todos para casa… o a curarse las heridas en el pub, que es lo mismo. 
El rey Ricardo III pasa a la historia.
El último rey de Inglaterra que muere en el campo de batalla.
Ensartado como si fuera una brocheta.
¿Un buen rey?
Eso depende de quién cuente la historia… en este caso, “el Otro”.
El nuevo rey.Image

CAPITULO II: Un escritor al servicio de los Tudor.

Dicen que la historia la escriben los vencedores. Pues es bien cierto.
Pero no sólo la historia. También el teatro.

Y en eso, William Shakespeare era un maestro.Image
Ser uno de los autores preferidos de la Corte no es fácil. Has de agradar. Has de hacer concesiones. Has de saber explicar las cosas de esa forma que pone contentos a los poderosos. Ya sabes.

Un halago por aquí, una florecita por allá.Image
La literatura está bien, pero si está bien pagada, es mucho mejor.
Se trata de escoger bien los personajes. De escribir historias que ayuden a explicar el presente.
Y a la reina actual, Isabel I, le gustan las historias que dejan bien a su familia, a su dinastía real:
Los Tudor.Image
Isabel I es hija de Enrique VIII, sí el famoso rey de las 6 mujeres, y el “Divorced-beheaded-died-divorced-beheaded-survived”.

A ver si adivináis de quién era hijo Enrique VIII… va, que es muy fácil…

De Enrique VII.
El primer rey de la Dinastía Tudor.Image
Enrique VII.

El vencedor de la Batalla de Bosworth, donde murió el último rey de la Casa de York, Ricardo III.

El Otro.Image
Shakespeare escribió “The End” al terminar su última obra de teatro.

Sabía que le encantaría a la reina.
Un personaje malísimo. Cruel. Y además jorobado y asesino de niños.

Una obra que dejaba muy bien a los Tudor, porque dejaba muy mal a los de antes.
¿La obra?

“Ricardo III”Image
Bufff, vaya lío de reyes y reinas.

Pero, ¿qué pasa con Philippa? te preguntarás...

No te despistes, que seguimos... 

CAPITULO III: Philippa se hace Ricardiana

Philippa Langley estaba indignada.
“Este Shakespeare era un cabronazo. Se lo inventó todo”.
Lo de mal rey, lo de asesino de sus sobrinos, lo de cruel y déspota… una puta mentira, joder.
Excepto lo de jorobado, que igual era verdad.Image
Como os decía al principio, Philippa se aburría.
A diferencia de otras amigas, a ella no le iba lo de hacer Aquagym, ni salir a correr, ni pasarse las tardes en el pub.
A ella lo que la distraía era la historia. Leer e investigar. Descubrir la verdad.Image
Por eso se apuntó a la Sociedad Ricardo III, un club de historiadores, más o menos amateur, cuyo objetivo es restablecer la reputación de Ricardo III.
Vamos, una excusa para reunirse con gente, hacer amigos y echar unas risas.
Se hizo ricardiana.Image
Pero claro, los otros se lo tomaban como un hobby, una distracción.

Philippa no. Ella se puso a investigar.

No era historiadora, pero abrir un libro, ir a un archivo, tampoco es tan complicado, ¿no?Image
No le costó demasiado llegar a la conclusión de que Ricardo III no había sido tan mal rey.

Que su mala reputación era un acto de propaganda de la dinastía posterior.

Vamos, que Philippa le cogió cariño a Ricardo III.Image
Y claro, comenzó a hacerse una pregunta.
Una pregunta que la perseguía día y noche.
De forma obsesiva.

¿Dónde está enterrado Ricardo III?
¿Dónde está su tumba?Image

CAPITULO IV: Un entierro muy poco real

Para los que no habéis estado nunca en una batalla medieval, os explico lo que suele pasar...Image
El bando vencedor se lleva todo lo de valor que queda en el campo de batalla (armaduras y tal), y se dejan los cuerpos, como abono del campo y alimento de alimañas.

Excepto que, en este caso, había un cadáver muy real.Image
El vencedor, Enrique Tudor (todavía no había sido coronado como Enrique VII), ordenó dejarlo en pelotas.

Lo trasladaron a la ciudad de Leicester.Image
Lo exhibieron un par de días, y lo enterraron sin mucha ceremonia en el claustro de un convento cualquiera. El de los franciscanos, o como dicen en inglés, Grey Friars.

¿Cómo lo sabemos?

Fácil.Image
Existe una factura a nombre de Enrique VII, fechada en 1495 por una lápida funeraria para Ricardo III. Una factura que indica que se fabricó una lápida de mármol, con la inscripción “Aquí yace… Ricardo III”, y que tenía que ser entregada en el convento de los Grey Friars. 

CAPITULO V: ¿Dónde está el monasterio de los Grey Friars?

Philippa exclamó contenta “Ya lo tengo. Por fín he encontrado la tumba de Ricardo III”.

Pero, ups… hay un problema.
Ese convento ya no existe.
Fue demolido en 1535. 40 años más tarde.Image
¿Por orden de quién?
Pues del hijo de Enrique VII.
¿De quién?
¡Del pichabrava de Enrique VIII, cojones!Image
No sólo se casó 6 veces, fundó la Iglesia de Inglaterra, abjuró de Roma y el Papado, sino que, además, Enrique VIII disolvió las órdenes monásticas católicas, incautó sus bienes, y los vendió al mejor postor.Image
Total, que en 1535 los franciscanos, también llamados Grey Friars, se quedaron sin orden y sin monasterio en la ciudad de Leicester. A la calle. Les desmontaron el convento piedra a piedra.Image
Philippa se quedó sin monasterio de los Grey Friars, y sin su ansiada tumba de Ricardo III.

¿Se desanimó? ¿Perdió la esperanza?
Ni de coña.

Abrió Google Maps.Image

CAPITULO VI: Sorpresa en el párking del supermercado

Philippa estaba a punto de perder los nervios. Esos expertos de la Universidad de Leicester se la miraban con un aire condescendiente, con sonrisa irónica.Image
Philippa se lo volvía a explicar:

-“He encontrado una calle en Leicester que se llama Grey Friars Street. Hay un supermercado. Al lado del supermercado hay un párking para coches.”
-“Que sí, señora, que eso ya lo hemos entendido”Image
Y Philippa insistía:
-“Estuve el otro día y tuve una extraña sensación. Una intuición. Supe que la tumba estaba allí, que Ricardo III me llamaba”
Los de la Universidad no ocultaban la risa…
-“Señora, que a los reyes no los entierran en párkings, que excavar vale una pasta”Image
Pero claro, Philippa es mucha Philippa. Tras mucha insistencia, consiguió que el Ayuntamiento de la ciudad pusiera el dinero necesario para excavar.
Los del Ayuntamiento debieron pensar… “a ver si hay suerte, y esta loca deja de darnos el coñazo”.Image
Las excavaciones empezaron en Agosto de 2012.
Por ser precisos, eran unas excavaciones pequeñitas.
La intención era cavar tres agujeritos (catas, en argot arqueólogo), para ver qué había ahí abajo.
Fácil, rápido, sencillo.Image
Lo que sucedió te sorprenderá…

El 1er día de las excavaciones, los arqueólogos encontraron un esqueleto.
El 1er día.
Un esqueleto masculino.
Con heridas de guerra.
Con la espina bífida. Es decir, el esqueleto de un jorobado.Image
Aquí tienes el momento exacto del descubrimiento:

El mundo académico estaba on fire.

La familia real estaba on fire.

Pero si había alguien que ardía, esa era Philippa.

Que sí, que habían encontrado el cadáver de un hombre, con heridas de batalla, con la espalda jorobada… que sí, cojones, que era Ricardo III, ¡¡¡ostias ya!!!Image
Para sabir de dudas, le hicieron el análisis de ADN al cadáver, y lo cruzaron con el ADN de descendientes de la Casa de York (eso merecería otro hilo).

Por cierto, el actor Benedict Cumberbatch fue uno de ellos.Image
Match total.

El cadáver era Ricardo III.

Philippa tenía razón.Image

EPILOGO.

Un rey es un rey, y se merece un entierro real.
En Marzo de 2015, Ricardo III recibía sepultura en la Catedral de Leicester, en una ceremonia con todos los honores.Image
Ofició el Arzobispo de Canterbury, y el actor Benedict Cumberbatch, descendiente remoto del rey, hizo las lecturas.

¿Qué decir de Philippa?

Pues gracias a su insistencia y determinación, pasó a ser un personaje admirado, no sólo por la comunidad científica, sino por todo el país.

La Reina la nombró miembro de la Orden del Imperio Británico.Image
De hecho, acaban de filmar una película, The Lost King, que explica su historia.

Aquí tenéis el trailer…
Pues hasta aquí el hilo de hoy.

La historia de cómo una persona anónima se atrevió a cuestionar al sistema, y a perseguir su misión.

--- FIN ---