Costanza

Girona es una ciudad pequeña, pero tiene río, y eso le dá una personalidad especial.

A veces ese río depara sorpresas inesperadas.

La última, una historia extraordinaria, que no acabo de entender.

Quédense conmigo, que esto empieza ya… 
También les digo que esta historia tiene banda sonora, que les animo a escuchar mientras me leen…

Agnes Obel – Fuel to fire

Pues bien, como les decía, el río Onyar separa la ciudad de Girona en dos, como una cicatriz. Ambas riveras están unidas por varios puentes. Desde uno de ellos sucedió hace poco una cosa inusual:

En el lecho del río apareció una cara de mujer. 
Esta cara de mujer.

Visible quizás por las tormentas recientes, que habían removido el fondo, o bien por el poco caudal de ese día.
Como se pueden imaginar, la reacción fue de sorpresa. ¿Era un cadáver? ¿Era otra cosa? Los vecinos avisaron a la policía, pero como en todas las ciudades pequeñas, todo sucede más lento.

Por ello, un valiente vecino saltó al río, decidido a resolver el misterio. 
Como pueden ver en el video, la cara resultó ser una efigie,un retrato de mujer.

Una cara familiar para todo el que haya estudiado Historia del Arte.

Unos rasgos que nos recuerdan una obra maestra de la escultura barroca, pero dejemos esto de momento…

Como les decía, Girona es una ciudad pequeña, y las noticias corren como la pólvora.

- “Han encontrado una escultura en el fondo del río”

- “¿Es antigua?”

- “Parece que sí” 
Hasta la Alcaldesa de Girona se interesó por el tema.

- “¿Es antigua?”

- “Parece que sí”

La rumorología entra pronto en fase exponencial:

- “Parece que es una réplica del Extasis de Santa Teresa, una de las mejores obras del maestro barroco italiano Bernini”
- “Parece que podría ser del s XVII-XVIII”
Sesudos eruditos artísticos abren el debate sobre el orígen de la escultura, que obviamente no han tenido todavía oportunidad de ver y tocar. 
Pero pronto se rompe la magia: El artista local @JordiMitja reclama la autoría.

La historia dá ahora el primero de sus giros inesperados. 
“La Sala del Cel” (la sala del cielo) era la discoteca de moda en la Girona de principios de los 90. Sus fiestas eran tan míticas como largas sus noches.
Pues bien, su promotor le encargó a un joven estudiante de Bellas Artes (Jordi Mitjà) la decoración del local.

Algo transgresor.
Algo rompedor.

Recuerden que Girona es la tierra de Dalí, del surrealismo, y que a las discotecas se va a lo que se va, y en los 90, más... 
Pues bien, Jordi Mitjà ideó una decoración con unos elementos muy curiosos: 2 reproducciones de un retrato mítico del arte barroco, El Extasis de Santa Teresa, de Bernini.
Aparentemente, con el tiempo la discoteca se cerró, y nadie sabe explicar muy bien como, pero ese retrato escultórico acabó en el fondo del río. 
Llegar a este punto fue para mí una gran decepción: Tenía ante mí una gran historia, un misterio, una obra de arte, que viaja a través del tiempo para acabar depositada en el fondo del río...

Pues resulta que era la decoración de una discoteca...

Una decepción. 
Pues saben qué les digo?

Que me niego, que no me conformo. No puede ser que una historia potencialmente preciosa y única se acabe de forma tan mediocre...

... y aquí entra en juego mi amigo @lluistvillaret, que si no lo saben es un gran erudito... 
No se marchen, que ahora viene lo mejor de la historia... 
Para entender esta historia hay que entender quién era Bernini...
Para hacernos una idea, era una especie de Messi, con la diferencia de que Messi es un genio de 1 cosa (fútbol), mientras que Bernini era un genio en todas las facetas del Arte: Arquitectura, Pintura y Escultura. Un artista sólo comparable a Leonardo da Vinci y a Miguel Angel. 
Fue además un artista muy longevo y que supo estar cerca del poder: Durante sus 82 años de vida llegó a trabajar para 6 Papas distintos, Luís XIV y el mismo Cardenal Richelieu. La creme de la creme... 
Suya es la Plaza de San Pedro en Roma, así como algunas de las más famosas esculturas de la Historia del Arte.
Como todo gran hombre, su Obra acostumbra a eclipsar a su vida personal. Lo cual es una lástima, porque hay un episodio que merece nuestra atención. Un episodio donde el Amor y el Culpa viajan en el tiempo. 
Bernini llegó a Roma en 1604, con 6 años. Su familia se trasladó desde Sicilia, donde el padre se había labrado una gran reputación como escultor. 
Aquella Roma no era como la que vemos hoy en día. Muchas de las ruinas que vemos hoy en día eran todavía sólidos edificios romanos, que se erguían orgullosos 1500 años después. Con sus espléndidas estatuas y decoraciones.
El joven Bernini se extasiaba visitando aquellos templos y edificios, admirando las bellas estatuas. Aquellas caras. Perfectas. De piedra pero llenas de sensualidad y voluptuosidad.

1500 años después. Todavía en pié. 
El Renacimiento y el Barroco no fueron otra cosa que procesos desordenados de saqueo de obras de arte, y de demolición y recuperación de materiales nobles, como mármoles y alabastros, para construir pías iglesias. 
Pero bueno, que estoy divagando... Hacia 1630, Bernini ya era un artista consagrado. A sus treinta años era reconocido por todos como el heredero de Miguel Angel. Sus clientes eran Papas y Cardenales, pero también, nobles locales y extranjeros.
En su taller trabajaban los mejores artistas y aprendices, llegados de toda Italia.

Pero también trabajaba él...

Matteo Bonarelli. Uno de sus aprendices. Casado con ella. Costanza Piccolomini Bonarelli. 
Costanza.

La imagen de la belleza eterna. La mujer que tantas veces había visto en las estatuas romanas antiguas. El mármol hecho carne. 
Y Bernini y Costanza ... pues eso. Se enamoraron.

No una, sino muchas veces.

Bernini retrató a una Costanza madura en 1636, justo en la cúspide de su romance. Aquí la podeis ver...
Pero esta historia de Amor secreto, que duró varios años, no acabó bien...

Bernini descubrió poco después que Costanza también se entendía con su hermano, lo que llevó a Bernini a repudiarlo y a cometer un estúpido acto de venganza... 
Le encargó a uno de sus sirvientes que fuera a casa de Costanza y marcara su cara con un cuchillo, borrando así su belleza para siempre. 
El escándalo en Roma fue monumental, y la noticia llegó incluso a oidos del Papa Urbano VIII. Este le dijo a Bernini que si quería seguir trabajando para él, que se olvidara de Costanza y volviera al taller.

Cosa que hizo.
Sin embargo, y esta es la parte interesante, poco más se sabe de Costanza.

O más bien, poco más se sabía, hasta que hace poco apareció una pequeña crónica en los Archivos Secretos del Vaticano.
Según esta crónica, la pobre Costanza, abandonada por todos, se arrojó al río Tíber. Encontraron su cadáver, días después, cerca del Puerto de Ostia, y fue Bernini quien discretamente se ocupó del entierro de su amante.
Según esta misma crónica, Bernini, que era una persona profundamente religiosa, mantuvo el duelo durante toda su vida. El sentimiento de culpa se tradujo en algo muy concreto: Tiró de recuerdos para retratar a la joven Costanza en varias de sus mejores obras.
La podemos ver en el Extasis de Santa Teresa, que en este contexto, cobra un nuevo significado...

es.wikipedia.org/wiki/%C3%89xta…
La volvemos a ver años despuérs en el Extasis de la beata Ludovica Albertoni.

es.wikipedia.org/wiki/%C3%89xta…
Pero no acaba aquí el tema. La misma crónica nos aporta un detalle crucial, un nuevo giro de la historia que me ha dejado perplejo. Tened en cuenta que esta crónica de los Archivos Vaticanos está en la sección de “Atentados contra la Fé”, es decir, de asuntos sin explicación... 
Pues bien, por lo visto, al año de la muerte de Costanza sucedió algo sin explicación. Algo que se ha venido sucediendo de forma regular en diversas ocasiones, siempre en la misma fecha: El 2 de Mayo. 
En el lecho del río Tíber apareció una efigie. Un retrato de la joven Costanza. El retrato inmaculado de la mujer más bella que ha existido jamás. La belleza clásica hecha carne, y convertida de nuevo en estatua eterna. 
Según la misma crónica, aunque inicialmente se sospechó del propio Bernini, o del marido, nunca se ha llegado a saber quién fue el autor de aquella escultura, ni de todas las posteriores.

Porque ha habido más, muchas más... 
Estas son algunas de las más recientes:

En París en los 50...
En Tréveris (Trier) en Alemania...
En Viena en los 70...
Muchas, son muchas, y siempre aparecen en el lecho de un río un 2 de Mayo.
Como les decía, el pasado 2 de Mayo apareció una cara de mujer en el fondo del río Onyar, que separa en dos la ciudad de Girona, como si fuera una herida abierta...

Ustedes deciden con qué historia se quedan...
Como siempre, espero que les haya gustado este hilo.

Gracias por leerme.

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Me olvidaba de un detalle que el Sr. Villaret me recuerda con toda precisión...